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Este tenía su morada entre los sepulcros. Y nadie podía atarlo ni siquiera con cadenas, ya que muchas veces había sido atado con grillos y cadenas pero él había hecho pedazos las cadenas y desmenuzado los grillos. Y nadie lo podía dominar. Continuamente, de día y de noche, andaba entre los sepulcros y por las montañas gritando e hiriéndose con piedras.

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